No ates nunca tus sueños a una persona

Era el segundo día de clases en un colegio nuevo para mí, ese día fue la primera vez que lo vi, esos ojos verdes y ese cabello pelirrojo que al caminar se movía con el viento le hacían lucir hermoso.

Desde aquel día comencé a verlo diario, y hasta a seguirlo, creo que me enamoré a primera vista.

Diciembre…

Han pasado ya cuatro meses de mi amor unilateral y platónico.

Todos saben mi amor hacia él, excepto él, claro, pienso en él a cada momento y verlo en cada descanso escolar hace del colegio ameno y feliz, de hecho solo voy al colegio para poder verlo, él es el único motivo por el que me levanto día a día.

Hablaba yo con un amigo, de un tema cualquiera. En ese instante se escuchó la melodía de mi teléfono celular, era una buena amiga. Al contestar escuché: él está aquí, ven a verlo, rápidamente respondí: ¿dónde estás?, al darme su ubicación mi amiga colgué y corrí donde ella. Mi único deseo era  poder verlo el tiempo que más se pudiera.

Poco después surgió el deseo de querer hablarle y saber más de él, tener una conversación y que fuera mi amigo, pero ¿cómo? ¿Sólo hablarle porque sí? ¡No! ¡Qué vergüenza!

Lo vi hablando con sus amigos y pronto se fue, pero dejó ahí algunas de sus pertenencias, por lo que sabía que regresaría, ahí se quedó sentado un amigo suyo, el cual nunca había visto. Me armé de valor y fui a hablarle a su amigo, le dije: yo te conozco de algún lugar. Él amablemente me decía lugares y yo le decía que no, pero todo era una mentira para poder hablar con mi amor. Me quedé hablando con el amigo y un rato después… llegó él, me sentí realmente feliz y nerviosa, por primera vez le había hablado. Mis amigas tomaron fotos de ese momento, y aún las guardo como un “buen” recuerdo.

No volví a hablar con él…

Llegaron las festividades navideñas, había vacaciones, yo no podía dejar de pensar en él, no poder verlo me hacía sentir triste.

Fui a las redes sociales y lo busqué persona por persona, minuciosamente hasta llegar a su perfil, lo agregué después de mucho pensarlo, y no me aceptó, volví a agregarlo y al ver que me confirmó fui muy feliz. Comencé a hablarle mediante mensajes, él no recordaba la vez que hablamos, no recordaba  ese día que fue tan especial para mí, me sentí algo triste, sin embargo era normal, ¿quién se acordaría de una persona que sólo vio un día?

Hablaba con él cada noche, seguía siendo perfecto.

Enero….

Regreso a clases. No me atrevía a hablarle, aún solo le hablaba por las redes sociales. Pero él tampoco me habló, me veía, pero no me hablaba, sé que yo no le importaba pero tenía aún esperanza de algún día ser su chica deseada.

Seguía viéndolo a diario, pensando en él. La parte trasera de mis cuadernos estaba llena de su nombre y cartas para él, claro que nunca se las daría.

Febrero….

14, “Día del Amor y la Amistad”, en años pasados, ese día no me hacía muy feliz, pero esa vez estaba muy emocionada, ya que le mandé una carta anónima, era simple, solo decía lo siguiente:

Hola, desde la primera vez que te vi no he dejado de pensar en ti. Cada vez que te veo y aun cuando te pienso mi corazón palpita fuertemente. Me gustas mucho. Feliz Día.

Dos semanas después…

Seguía hablando con él vía mensajes cada noche, hasta que llegamos al tema de sus pretendientes y cartas anónimas. Le confesé que yo le había mandado una.

Al otro día…

Lo vi caminando, me dirigí hacia él y le hablé.

-Hola (enérgicamente)

-Hola (indiferentemente)

– Sobre lo que te dije ayer, solo quiero preguntarte ¿tengo al menos oportunidad contigo?

-Ehh..Sí, debo ir a clases, hablamos luego.

Al escuchar esa respuesta sentí que era un sueño, wow! Era muy muy feliz. Fui con mi mejor amigo a contarle lo sucedido y lloré de la inmensa felicidad que sentía.

Le conté a todos mis conocidos, de mi hermoso sueño hecho realidad.

Pasamos el descanso juntos, hablábamos tanto y era tan bello, disfrutaba cada momento junto a él.

Recuerdo que esa vez nos despedimos normalmente, de beso. Fue un sueño, pensé: no lavaré mi mejilla dentro de mucho.

Toda esa semana estuve en los descansos con él y sus amigos, siempre yo lo buscaba, obviamente. Pero un día él fue quien se acercó a mí, me sentía en las nubes.

Nada más me importaba que estar junto a él.

Hubiera deseado que mi felicidad no terminara, que mi sueño no se hubiera roto y que mi corazón no se hubiera hecho pedazos.

Fue el viernes de esa semana, lo vi salir y enseguida corrí hacia él, para que, como de costumbre (durante esa semana) camináramos juntos. El aire soplaba fuertemente y hacía que su cabello se moviera y él con su mano lo intentara detener, se veía tan atractivo, era tan irreal.

Él se dirigió hacia mí y me explicó que yo era muy bonita, pero que no tenía deseos de tener novia, que no era nada contra mí, pero que no quería nada conmigo, nos abrazamos, podía percibir el delicioso aroma de su perfume, el que nunca más podría volver a oler.

Fue un abrazo bastante largo, eso porque yo no quería salir de sus brazos, de esos brazos que jamás me volverían a abrazar de esa manera.

Lo solté y me fui. Le dije que estaba todo bien. Pero yo me sentía tan tonta, tan triste, ¿por qué me ilusioné tanto? ¿Por qué la vida es así conmigo?

No quería regresar a casa, así que me dirigí a un parque en el que me senté y comencé a llorar tanto, como si no hubiera un mañana, dibujaba yo algo mientras lloraba, era él dándome la espalda.

He decidido olvidarlo, dejar todo atrás, pero es tan difícil.

Esto no es amor, sino es obsesión.

Sabes… aún te veo cada día pero ahora sin esperanzas.

Es un sueño que nunca se hará realidad.