Estaba ciega

Al menos aprendí...

Todo empezó en el trabajo. Era el hombre que jamás soñé, todo lo contrario a lo que siempre había buscado.

Pero tenía algo que me gustaba y no sabía qué era… pasamos mucho tiempo en el que él me buscaba.

Mis amigas me decían que por qué me gustaba?? Jamás supe qué responder… después de algún tiempo aceptéser su novia aun sabiendo que él era todo lo que yo había rechazado toda mi vida.
Porque él tiene un hijo y no es el niño el problema sino su mujer.

Antes de hacerle caso, andaba con una mujer del trabajo… pues en el tiempo que me anduvo pretendiendo me juró que habían terminado, por eso lo acepté.

Las casi tres semanas que anduvimos fueron lindas pero a la vez no.

Hoy que estoy fuera de la relación me doy cuenta de que siempre me mintió y tuve señales que no quise ver.

Esas semanas él se porto lindo, dulce, tierno… me iba a traer al trabajo… salíamos a comer. Se llevaba con mis amigas; todo era aparentemente perfecto. Lo extraño era que yo no era feliz y les decía a mis amigas y ellas siempre decían… trátalo bien y yo no lo trataba mal, pero no era feliz con él.

Cuando decidí terminar todo me dolió mucho y lloré hasta quedarme dormida. Ese día no me escribió todo el día. A la mañana siguiente decidí no llevar el movil al trabajo para no pensar en él, cuando regresé a casa tenía un sms de él que decía lo siguiente: “Hola mi niña sabes lo mejor es terminar, mi vida es un desastre y yo no quiero lastimarte.. me iré de la colonia y ya no podremos vernos”.

Eso me partió el corazón pero acepté y le dije que Dios lo iba a ayudar y que le deseaba lo mejor de mundo. Solo le dije eso y puso en su estado que amaba a la mujer con la que andaba en el trabajo, también publico una foto con ella en su cama.

Fue entonces cuando mi mundo se derrumbó y entendí que solo fui su juego… mi orgullo, mi dignidad. Todo se fue al piso.

Me sentí utilizada y lo que más me dolió fue haberle entregado mi tiempo, cariño y hasta mi  cuerpo. ¿Todo para qué? Para quedar con una infección y mi dignidad pisoteada.

Hoy que ya no duele mucho puedo decir que no me arrepiento.

Porque aunque no fui feliz, aprendí.

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