El amor es el sentimiento más poderoso de la humanidad

Era el mes de agosto de 2009, mi primer día de inducción, en mi primer día en la universidad. Nos hicieron entrar en un teatro donde nos dieron el discurso de bienvenida, sin saber que esperar simplemente ponía atención, no fue sino hasta que una niña se sentó cuatro sillas a mi derecha, y cuando la miré, simplemente miré lo más hermoso que mis ojos habían visto jamás.  Luego de ese día, simplemente me emocionaba pensar que estudiaría cinco años con ella.

La división de grupos se realizó y para mi mala suerte no se encontraba en el mío. No se por qué pero no quise apresurar las cosas, me dije a mí mismo que si el destino me la puso en mi camino una vez, confié en que la encontraría nuevamente. Pasé a segundo semestre y nada, tercero y tampoco, al fin en el cuatro semestre llegó el momento, en la última clase del día miércoles, un poco resignado a que otro semestre pasaría sin verla… iba saliendo para el baño y en la puerta pasó ella por mi lado, apreté mi puño con tanta fuerza que mis uñas parecían hundirse en mi piel, una corriente eléctrica bajo desde mi cabeza hasta la punta de mis pies y no me di cuenta cuando llegué al baño, ni como regresé. -Esta es mi oportunidad- pensé.

Para esta clase procuraba llegar un poco tarde para poder ubicarme lo más cerca de que pudiera de ella, no tenía parecer desesperado o raro, y nuevamente le dejé al destino que la pusiera frente  a mí una vez más. La materia era Álgebra Matricial y para aprender de matrices la profesora hizo una lúdica en la cual nos cambiaba de puestos simulando que los puestos eran parte de una matriz e intercambiaba de lugar a los estudiantes, ya acabándose la lúdica, terminé  tres filas arriba de ella, en ese momento la profesora dijo, hagan los grupos de trabajo para todo el resto del semestre, yo estaba desilusionado pues no quería pararme de mi puesto para pedirles a ella, poder unirme al grupo, se vería raro -el destino me ha fallado- pensé en ese momento . Inesperadamente la profesora dijo, bueno los  últimos movimientos de lugares de la actividad, y para mi sorpresa el último movimiento fue el mío y me ubicó justo al lado derecho de ella, en ese momento la profesora dijo, ahora sí hagan los grupos, me hice el que miraba para ambos lados y le dije a ella,- oye, puedo trabajar contigo?- ella asintió muy decente.

Para resumir lo que pasó el resto del semestre: saqué 4.8 de 5 en la nota de la materia, “perdí” cuatro apuestas para invitarla a almorzar, llegaba limpio, con olor a colonia suave, procuraba mantenerla como amiga por ahora sin llegar a la “zona del amigo”. entrené tan fuerte que me aceptaron en la selección de voleibol de mi universidad y por primera vez en mi vida sentía una pasión increíble por vivir, cada miércoles y viernes de 03:00 pm a 05:00 pm, eran los momentos más felices de mi vida.

Una tarde de un viernes, por un motivo que no recuerdo, llegué a las 02:30 pm (media hora antes de lo normal), y Erika (ese es su nombre) llegó temprano también, y hablamos un momento, otra amiga en común que ya estaba ahí y le dijo:- Hola Eka! ¿Cómo vas con tu novio? – A lo que ella le respondió- Bien! Ya casi un año! Mi mundo se vino abajo en un instante, en dos almuerzos que tuvimos, nunca lo mencionó y yo no le pregunté tampoco (clásico error). Debería decir que todo cambió desde ese momento, pero sorprendentemente yo seguía igual de enamorado.

Pasé por varias fases de negación, de pensamiento, mis amigos me decían que la olvidara, que cómo podía enamorarme de alguien que casi no conozco, y ellos tenían razón. Uno de mis mejores amigos me dijo: usted no ha amado todavía, porque usted ama realmente cuando comparte con esa persona momento íntimos. Me sentía frustrado y desconcertado, sentía que era un perdedor y un raro, decidí seguir siendo amigo de Erika, y a pesar de que estaba loco por ella, comencé a tratar de olvidarla, una de las cosas más duras que he hecho.

Se terminó el semestre y tuvieron que pasar otros cuatro semestres para volver a encontrarme con ella, a veces la miraba por los pasillos y llegué a pensar que quizás ya la había superado. Dos semestres antes de volver a verla, mi padre contrajo cáncer y fue un año muy difícil para mi familia, finalmente enterramos a mi padre el 10 de marzo de 2014 y dejó tras él un gran legado, salvó la vida de miles de personas y en mi además de salvar mi vida también, sembró una semilla de conocimientos y sabiduría.

Reflexioné mucho sobre el significado de la vida y la muerte, enfrenté  así uno de los más grandes temores de la humanidad, dejar de existir. Pero todo eso me sirvió para madurar y darme cuenta que el antagonista de la muerte, no es la vida, es el amor. La muerte es finalización, conclusión, terminar el proceso de la vida, mientras que el amor es preservación, perduración, algo eterno, de ahí llegué a la conclusión de que realmente no morimos, porque nuestros hijos continúan nuestro legado y vivimos en ellos, ahí radica la importancia de que los bebés sean fruto del amor de sus padres.

Este proceso reflexivo y filosófico concluyó con que el amor es el sentimiento más poderoso de la humanidad y es lo único por lo cual vale la pena vivir, y muy dentro de mí todavía se encontraba y Erika seguía ahí. A pesar de todo, ella seguía viva en mí, y siempre lo supe, pero me negaba a aceptarlo. El amor es ciego, sordo y mudo, el amor no tiene definición concreta ni agenda, el amor es incontrolable e inmarcesible, no tiene edad, religión ni color, no tiene límites y condiciones, reglas o manuales, y por fin lo había entendido.

Pero esta vez era diferente también porque mi amor por ella sería paciente, como una cálida manta que arrulla y preserva el calor. Mi amor por ella llegará cuando tenga que llegar. Por eso cuando volví a cruzarme con ella, la traté como otra compañera más, porque sé que no era el momento, hoy en día estoy trabajando, creando mi empresa, tengo un futuro brillante, tengo una novia a quien quiero muchísimo, y mil experiencias por vivir, pero muy en el fondo de mi corazón, aguardo el día en que el destino nos ponga nuevamente de frente, y en ese momento no dudaré en demostrarle cuánto la amo, y que juntos y solo juntos venceremos a la muerte.