Dormir en paz

Nunca había dormido tan bien como desde que él respira a su lado.

Hace ya muchas noches que duerme serena. Nunca había dormido tan bien como desde que él respira a su lado. Se acuestan y se abrazan, se abrazan y se quieren, y se duermen enseguida, felices, tranquilos, llenos de paz. Así se duerme mejor.

Durante la noche se buscan y siempre se encuentran. Se rozan se sienten se acarician. Por la mañana, cuando suena el despertador, se abrazan. Una vez más. Se sienten afortunados por despertarse uno junto al otro y no pueden dejar de tocarse. Son pura piel y escalofríos. Y, después, el ritual de cada mañana. Olor a café, desayuno compartido y cada uno a su trabajo.

Comen juntos, unas caricias en el sofá, y vuelta a trabajar. Cuando el día termina, se vuelven a encontrar en casa, su casa, y vuelven a sentirse de nuevo. Les sienta bien esto de estar juntos. Se ríen, bailan. Son unos buenos compañeros de vida.

Y una noche más volverán a dormirse tranquilos, volverán a encontrarse en las sábanas. Las caricias. Volverán a recorrerse. La piel. Volverán a dormirse, de nuevo, llenos de paz.

Luna.

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