Amor playero
Hacía una mañana super buena y nos fuimos a una terraza que había en el paseo, desayunamos como marqueses.
Hacía una mañana super buena y nos fuimos a una terraza que había en el paseo, desayunamos como marqueses.
El ritual de los martes se repetía semana tras semana y fuimos añadiendo, también, visitas a la habitación de mi abuela.
Tengo 56 años, estoy casada, tengo un hijo y hace diez años que tengo un amante bastante más joven que yo.
Me gustaban sus ojos y su forma de moverse, me parecía una mujer preciosa y llena de energía.
Su paranoia no tenía fin y se volvía enfermiza, era como si tuviera dos personalidades.
Cuando se marchó al final de la mañana se despidió y sonrió, y yo me quedé así como un poco trastocada. ¿Quién sería ese hombre?
Nos llevábamos bien, no discutíamos ni pasaba nada, pero puede ser que hubiéramos perdido la ilusión.
En ese tiempo había vuelto a ver a Álvaro porque habíamos quedado alguna vez con el grupo este del instituto y despertaba en mí cierta curiosidad.