Anímense a ser felices

En realidad hace un par de meses que descubrí esta página y desde entonces sentí la necesidad de escribir un relato, sin embargo ese deseo vino en diferentes etapas de mi vida y de la relación que tenía.

Estaba en cuarto grado, tenía 15 años cuando conocí al que luego fue mi novio por casi dos años y medio, vamos a llamarle Matías.

Lo de Matías empezó como un flechazo, nos mirábamos en clase, hablábamos tonterías por el Facebook, hasta que esas charlas nocturnas se profundizaron y él me declaró que yo le gustaba. El sentimiento era recíproco pero había un inconveniente: una de mis mejores amigas estaba interesada en él, y aunque le parecía guapo no sentía nada profundo por él.

Seguimos hablando como amigos pero por dentro sentía muchas ganas de avanzar en esa relación, y a la vez me daba miedo el futuro ¿valía la pena pelear con una amiga por un chico?

Un día me acompañó hasta mi clase de francés y cuando fuimos a despedirnos me quiso dar un beso, pero yo le corrí la cara. Él se sintió un poco apenado, me pidió disculpas y se marchó. Me quedé con mucha culpa porque de verdad quería dar mi primer beso con él pero me puse nerviosa y lo de mi amiga también influyó.

Esa tarde hablé con ella y le expliqué la situación, tuvimos una pelea de horas y pasamos un par de días sin hablarnos hasta que me dijo que lo había pensado bien y me dejaba el “camino libre”. Yo estaba demasiado feliz, le pedí a Matías que me acompañara ese jueves a mi clase de francés de nuevo y ese 29 de abril nos dimos nuestro primer beso.

En la secundaria nos seguíamos saludando normalmente, y nadie sospechaba que estábamos juntos. Empezó a frecuentar mi casa, yo me sentía super cómoda con él y menos de un mes después me pidió que fuera su novia oficial y hasta conocí a su madre.

Diez días después me dijo que “no estaba preparado para tener una relación y que no quería lastimarme y era mejor terminar”. Me fui a mi casa enojadísima, super triste estuve tres días llorando a más no poder hasta que me cansé y decidí superarlo.

Pero dos semanas después se arrepintió y volvió a buscarme, anduvimos un tiempo más y luego cortamos porque empezaron a correr rumores de que él contaba “intimidades nuestras” (que eran falsas, porque no habíamos tenido ningún tipo de intimidad) y yo me enfadé muchísimo porque él no tenía derecho a inventar esas cosas, sin embargo lo negaba y acabé por creerlo.

Tuvimos muchos problemas, terminábamos y volvíamos cada un mes y medio, pero de todas formas yo me sentía feliz por la relación que llevábamos y porque ya me había dicho el primer “te amo”.

Un día tonteando me acabó por confesar que no me quería, que simplemente se sentía cómodo conmigo y que le caía bien y le gustaba muchísimo, pero no sabía si me quería. Aquello me destruyó y la gota que desbordó el vaso, el hecho por el que decidí cortar “definitivamente” ocurrió cuando una amiga nos vio juntos y nos preguntó qué éramos y cuando yo fui a responder “novios” él contestó “amigos” y me sentí humillada, ¿por qué me escondía de todo el mundo? Estaba harta de que él no supiera si quería o no estar conmigo y le dije que mejor era ser amigos.

Nos veíamos todos los días porque además estaba en mi mismo salón, era un fastidio verlo hablando con otras chicas o saber que ya no me estaba mirando cuando los profesores daban la clase, sentía que todas aquellas charlas y momentos lindos habían desaparecido, como que nunca hubieran existido. Cuando llegó octubre me dijo que quería hablar conmigo, que me extrañaba y que se había dado cuenta que de verdad me quería y quería formalizar una relación conmigo, Yo acepté pero en el fondo sabía que eso iba a terminar mal, pero empezaron a pasar las semanas, paso un mes, pasaron dos y todo iba viento en popa, yo estaba feliz.

Un día se quedó a cenar en casa, y fuimos a mi cuarto a ver una película, se nos hizo muy tarde. Beso a beso casi terminamos teniendo nuestra primera vez pero el destino quiso que no fuera hasta varios meses después.

En diciembre de ese año mi hermano fue diagnosticado con un cáncer operable pero muy invasivo y tenía riesgo de vida, yo estaba tristísima y me sentía sola. En esos momentos en que más lo necesité no estuvo conmigo, yo tuve que irme a unos 100 km de mi casa por una semana mientras él preparaba los exámenes para entrar a la escuela de aviación y discutimos mucho.

Llegué el mismo día de mi cumpleaños, él fue y se presentó ante mi familia como mi novio, me pidió disculpas y quizá por debilidad o por querer creer en él, lo acepté. Enero y febrero transcurrieron de maravilla, yo estaba muy enamorada y por primera vez sentía que él también lo estaba de mí.

A fines de febrero me había quedado a dormir en su casa, él se había ido a la escuela de aviación a empezar el entrenamiento previo al comienzo de clases y yo me levanté y fui a usar la computadora. Entonces vi que su Facebook estaba abierto y de metiche puse mi nombre en el buscador de mensajes. Dos horas más tarde estaba demasiado arrepentida, me había desmoronado. Todo eran cosas feas, desde dos infidelidades, hasta encuentros no concretados del año anterior, y hasta hablaba mal de mí con otra chica. En cuanto él llegó, se dio cuenta que yo estaba mal, me encontraba decepcionada, no tenía fuerzas ni para sentirme enojada. Solo le preguntaba ¿Por qué? ¿Qué fue lo que me faltó darte? y él lloraba y me pedía disculpas justificándose en que eran cosas viejas y al final lo perdoné. La relación se fue mejorando en esos meses, pero yo empecé a notar que ya no era la misma, mi autoestima estaba muy baja y siempre me encontraba desganada y decaída.

En marzo de 2012 tuvimos nuestra primera vez, sinceramente no tengo recuerdos agradables, me dolió muchísimo y no sentí nada bonito. Tuvo que pasar casi un mes para que empezara a “disfrutarlas”. Eso acarreó nuevos problemas, mi novio empezó a hablar con una chica de su escuela la cual no tenía novio pero tampoco le gustaba Matías, sin embargo él insistía en darle charla aunque ella no pretendiera más que amistad. A mí me super chocaba y él se enojaba de mis celos. Comenzó a tratarme mal, me ignoraba, me mentía y hasta llegó a ir a la casa de ella a escondidas de mí. Todo eso me seguía bajando la autoestima, incluso llegó a decirme que me conformara porque nadie más iba a querer estar conmigo y yo en ese momento lo creí verdad y le perdoné muchas cosas que no debí haberle perdonado. Toda nuestra relación iba mal, yo no tenía ni un poco de amor propio, todo giraba en torno a él, el sexo era malo, yo no me sentía cómoda  y él muchas veces era bruto e incluso cuando me quejaba muchas veces seguía como si nada.

Ese año también tuvimos problemas durante los últimos meses, decía que yo lo asfixiaba y que necesitaba “espacio”, no me llamaba, no me mandaba SMS, podía pasar dos días sin tener noticias suyas y me prometió que eso iba a cambiar. Y cambió.

Nuevamente en enero de 2013 las cosas empezaron a encaminarse, pero no duró mucho, ya que en febrero conoció a otra chica que iba en su escuela y era un año menor. A diferencia de la otra, esta sí le respondía los coqueteos, y a mí al principio no me importó porque supuse que era una amiga pero cuando él comenzaba a sacar el celular y usar el whatsapp en medio de una conversación conmigo, o cuando ella lo llamaba y él se iba al baño a hablar me empecé a poner mal.

En marzo me pidió un tiempo y una semana después de que volvimos, me llegó un mail con una conversación suya donde hablaba con una amiga acerca de nuestra relación: le decía que me quería pero que desde enero quería romper conmigo, que le gustaba la otra chica y que a ella también le gustaba él pero cansada de esperar a que terminara conmigo, habían discutido y ella se había buscado alguien más. Eso me desbordó por completo, me desmoroné, pase las peores noches de mi vida, no podía comer, solo lloraba y me sentía humillada y estúpida. Lo enfrenté, discutimos muchísimo y terminamos definitivamente.

Después de eso conocí a un chico que estaba en la clase de al lado de la mía (luego me enteré que hacía meses que yo le gustaba) las charlas eran divertidas y por aquel entonces decidí darle una ultima oportunidad a mi ex novio para ver cómo marchaban las cosas, de a poco fui ganando confianza y este chico nuevo que apareció en mi vida me trataba bien, se preocupaba por mí, era atento y de a poco empezó a gustarme. Me di cuenta que mi ex novio solamente me daba pena ajena y lo terminé -esta vez sí- definitivamente.

Se pasó semanas llamándome y llorando, queriendo volver y siempre me mantuve firme (ya era hora). Tres semanas después de que terminé con él, salí con este chico y empezamos a salir frecuentemente, hasta que tres meses más tarde nos hicimos novios y acá estamos.

Sinceramente hoy puedo decir que soy muy feliz, por primera vez me siento querida. Mirando para atrás me doy cuenta que era muy inocente y que mi ex novio con acciones pequeñas fue derrumbando mi autoestima para que soportara cualquier cosa y no lo dejara por más mal que él se comportara conmigo.

Terminar con él fue la mejor decisión que tomé en mi vida, porque era una relación destructiva que hasta el día de hoy me dejó muchas secuelas, tanto en la autoestima como en la confianza.

Pero es hermoso estar con alguien que te hace sentir amada, que te lo demuestra, que te cuida y te respeta en todos los aspectos, tanto emocional, como personal y en la intimidad, es admirable que cada uno maneje su vida y las pongamos en común, y no que tengamos una sola vida mezclada los dos, porque al final siempre se acaba por perder la individualidad. Nos tenemos confianza, salimos juntos o separados, de fiesta, de viaje y hasta a las discotecas hemos ido juntos o separados, y siempre confiando en que él no va a engañarme.

Por fin me siento feliz, quiero alentar a los que hayan leído o no mi relato pero estén en esta situación; anímense a terminar, a ser felices y a saltar y jugársela por alguien que promete hacerlos feliz, no se dejen maltratar como yo lo hice, me arrepiento muchísimo y lamentablemente casi no tengo buenos recuerdos de mi ex. Desperdicié dos años de mi vida en sufrir, pero gané en aprendizajes y ya aprendí de mis errores.