Un reencuentro esperado

Los papeles se cambiaron...

Todo empezó una tarde de la primavera de 2008, cumplía 16 años y quedé con unas amigas en un parque para celebrarlo. Ellas traerían otros amigos y entre ellos estaba él, me lo presentó una amiga que me dijo su nombre y no sé si por su gran estatura, porque era guapísimo o ambas pero me quedé embobada, no sabía lo que era estar enamorada pero estaba segura de que ese chico me había llegado.

Estuvimos hablando toda la tarde pero cuando acabó el día no supe más de él, solo sabía que no podía dejar de pensarle.
Unas semanas más tarde conseguí volver a quedar con él y aún hoy lo recuerdo como uno de los mejores días de mi vida, la tarde se me pasó volando y ese día lo recordaría siempre.

El verano nos separó y no tuve ningún contacto con él, incluso finalizadas las vacaciones tampoco supe nada. Si hay algo que destaco de mí para bien o para mal es mi cabezonería y para mí estaba claro, si él no me hablaba era que no le interesaba así que lo dejé pasar aunque mi cabeza siempre pensaba en él.

Ese mismo año en el instituto conocí a un chico en mi clase con el que finalmente acabé saliendo, verdaderamente no era amor pero ambos dejamos que pasaran las cosas y decíamos que eramos novios. Como era de esperar esa relación se acabó y aunque bien es verdad que nunca dejé de pensar en el chico con el que solo quedé dos veces fue entonces cuando más interés mostré. Pero algo había cambiado, busqué en todas las redes sociales y le encontré, parecía feliz con una chica y yo no tenía el valor de meterme en una relación así que lo dejé pasar no sin haberle dado a mi prima y confidente muchos dolores de cabeza hablando de él.

Un año después me dí por vencida, él no iba  a dejar a su chica y yo ya lo había perdido así que comencé a salir con un chico del que creí enamorarme. Me fui con él de vacaciones y me pasaba las noches mirando en las redes sociales a ver si cierta persona dejaba de querer a la chica con la que estaba. Muchas son las veces que me vio el que era mi novio llorando y siempre salía con mentiras de aquella situación. Me tenía que olvidar de él porque no conseguía ser feliz.

Estuve un año y poco tiempo con aquel chico que tampoco me trató especialmente bien y fue entonces cuando me llegó la noticia, el chico que tanto quería llevaba unos meses sin su chica. Me armé de valor y empecé a escribirle mensajes a los que él contestaba como si no hubieran pasado seis años desde la primera vez. Empecé a ilusionarme de nuevo, las conversaciones eran cada vez más largas, hasta que llegó de nuevo el verano. La historia se repetía, el verano nos volvió a separar solo que esta vez no estaba dispuesta a perderlo y fui yo la que al terminar las vacaciones volvió a llamarle para no perder contacto. Se mostraba interesado al mismo tiempo que distante lo que me atraía cada vez más.

Le quería, estaba segura de eso, así que le hablaba todos los días, quedábamos cuando le apetecía y básicamente vivía para hablar con él a todas horas, algo que pasa factura porque ¿por qué iba a luchar por mí si babeaba detrás de él cada vez que hablaba? Entonces me dieron el mejor consejo que me podían dar que no podía venir de otro lado más que el de mi madre que me dijo: si realmente le interesas vendrá a por ti pero no te arrastres. Y con todo mi dolor empecé a distanciarme de él, a contestar a sus mensajes pasado un tiempo de recibirlos, a fingir que tenía o quería hacer otras cosas antes que verle…

Y funcionó, los papeles se cambiaron y era él el que me llamaba y me pedía quedar y mi respuesta ya no podía ser otra que sí, por supuesto.

Empecé a salir con él hace ya siete meses y hoy puedo decir que ha sido la mejor historia que he vivido y que soy las mujer más feliz del mundo a su lado.

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