Cuñados con régimen de asistencia mutua

Quedó sepultado todo ánimo de no seguir nuestra relación amorosa.

Pertenecía a aquella parte de la humanidad –una minoría en escala planetaria, supongo –
de maridos que se mantienen fieles. Eso a pesar de tener una esposa (Viviana) con bajo nivel de deseo y goce sexual y, en consecuencia, poco afecta – casi esquiva- al acto carnal.

En contraste mi libido se mantiene a un grado o altura, tal vez, superior a la de la mayoría de los hombres de mi edad – 51 años –.

Flavia, hermana de mi esposa, o sea mi cuñada, lo disimulaba bastante bien, pero padecía una situación simétrica a la mía: no era atendida con la diligencia y frecuencia debida por su marido Luis, aunque conserva sin  alteración, menoscabo o deterioro, el anhelo y excitación venérea que tenía en los primeros años de matrimonio.

En una reunión familiar la escuché comentarle en voz baja su frustración a una prima, sentadas en el living, creyéndose a salvo de oídos indiscretos. Le aseguraba que a despecho de su edad anhelaba con vehemencia no correspondida. Enterarme de eso me serviría, breve tiempo después.
Transcurridos algo más de tres meses, un día que me encontraba en Capital (una vez por semana lo hago para trámites que no puedo resolver on-line), para refugiarme de la lluvia y tomarme un descanso entré en un bar del barrio de San Telmo y, oh sorpresa, al buscar una mesa vacía descubrí a Flavia sentada en una, también ella, para librarse de la inclemencia del tiempo.

Nos saludamos, con sencillas, sinceras e ingenuas sonrisas de agrado y sendos besos en las mejillas.

-¡Hola Javierrr!! ¿Qué haces por estas latitudes?

-¡Cómo estas Flavia? Vine a la Cámara de la Construcción, al salir me agarró este chaparrón y por miedo a “oxidarme” me vine a hacer tiempo con un café ¿Y vos?

-Más o menos como vos, salí del colegio iba a tomar el colectivo pero preferí refugiarme para ver si aflojan la lluvia y el viento.

Ella es profesora de química en una escuela técnica cercana al  bar. Tiene 47 años, alta por encima de los 1,75 metros, facciones agradables, ojos color miel de pupila dilatada, nariz pequeña y respingona, labios gruesos, cabello largo rubio teñido, delgada de figura proporcionada, un par de tetas, naturales, soberbias, un culo ponderable y hermosas piernas.  Rara vez la vi de pantalones; prefiere vestido o pollera y blusa.

Ese día tomamos tres cafés, charlamos largamente sobre temas variados. En el ínterin perdió fuerza la lluvia. Se hizo tarde, le ofrecí acercarla a su casa en mi auto. Aceptó.

Durante el trayecto, no tardé mucho en recordar su descontento con la pareja (y el mío con su hermana) pero reprimí el impulso de llevar la conversación al terreno íntimo. El sexo acudió a mi cabeza pero no se me escapaba que debía proceder con mucha precaución.

Doscientos metros antes del edificio de su departamento pidió que detuviera el coche para bajarse y seguir a pie.

-Pará aquí, por favor. No me gustaría que alguien conocido me viera bajar del coche y parezca algo que no es.

Una vez detenido el auto, le propuse:
-Flavia, estuvo muy buena la tertulia de hoy. Valió la pena charlar contigo a solas.
-Sí, a mí también me encantó.
-¿Qué te parece si repetimos, el encuentro, en el mismo bar, la semana que viene?
-¿Me estás pidiendo una cita?

Opté por no confirmarle, explícitamente, que esa, y algo más, era mi intención:
– Me gustaría volver a disfrutar de tu compañía. Nunca imaginé el placer que me dio el buen rato que compartimos hoy.

Dudó unos segundos, me dio un beso en la mejilla y, antes de bajar:
-El miércoles a las 17:30 en el mismo lugar. Ahhh no se lo menciones a Viviana.
-Dame tu número de celular, te llamo así vos tenés el mío, por si presenta algún imprevisto.

Dejé que se alejara unos 20 metros y la llamé. Con la típica demora femenina para encontrar el celular en la cartera, respondió:
-¿Siiiiii?-
-Se me va a hacer larga la semana, hasta el miércoles.
-¡Bobo!

En el segundo encuentro, quiso saber si Viviana estaba al tanto – no lo estaba – y me informó que Luis tampoco sabía. Era algo oculto y reservado para los dos. Un punto a favor para mi objetivo.
Café de por medio, de las generalidades, con las precauciones del caso, halagos, indirectas y demás recursos orales, la fui llevando al terreno íntimo. Cuando juzgué que el “ablande” era suficiente:
-La verdad que lo envidio a Luis.
-¿A mi marido?…¿Porqueee?
-Sos re-inteligente, simpática, hermosa y…..apasionada, fogosa.
-Gracias por lo primero ¿Qué te hace pensar lo segundo?

No le revelé que lo sabía de su boca por mí, involuntaria, indiscreción en su conversación con la prima.
-No es que lo piense, estoy persuadido. Debe ser alucinante compartir la almohada con vos, por eso la envidia.

Se mantuvo callada, como meditando la réplica. No le resultaba sencillo sacar a colación su insatisfacción carnal:

-¡Ahyyy Javier!! Luis si no está trabajando está con los amigos, con el fútbol en la cancha o por TV o “boludeando” con sus videojuegos en la notebook. Para hacer el amor se necesitan dos y él, lejos de alucinarse conmigo, no está…o está muy de vez en cuando.

Fue mi turno de dilatar la respuesta. Sólo hice algún gesto de aflicción y comprensión.
-Te entiendo Flavia…..y es una pena.

Nueva pausa y agregué:
-Te entiendo porque a mí me está pasando, desde hace mucho tiempo, algo por el estilo con tu hermana….tal vez ya lo sabes por ella….es duro de sobrellevar…
-Viviana no es muy comunicativa…no me comenta muchas cosas…

Le tomé una mano entre mis manos y le susurré:
-Tal vez, si juntamos nuestras dos frustraciones, las batimos, el resultado puede ser un cóctel gratificante que compense lo que nos falta y no debería faltarnos.

“Desenfundó” una expresión como de asombro, sorpresa. Calló unos instantes, luego alegó que nunca le había sido infiel al marido a pesar de su descuido y desconsideración para con ella y a pesar de haber tenido sobradas oportunidades para transgredir.

-¿Cómo se te ocurre que, justo voy a hacerlo, con el marido de mi hermana? ¿Que le voy a poner los cuernos a mi marido y a mi hermana en simultáneo?

-Aunque, quizás, vos no lo creas yo tampoco le fui desleal a Viviana, nunca. Pero…¿no te parece que nuestro apego al precepto de la lealtad matrimonial, digno de encomio y alabanzas, no guarda armonía con el proceder, la falta de interés, de nuestras parejas?
-Te concedo que no…..pero de ahí a ….yo con vos tengo una relación de parentesco, de amistad, de confidencias últimamente,….pero…amorosa no me cierra…

Desistí, provisionalmente, persuadido que en su reacción adversa había mucho de simulación y que  no le disgustaba la propuesta y, además, su mano seguía entre las mías que la acariciaban y en sus ojos –brillaban- veía más anuencia que repulsa.  Sin embargo, me pareció prudente no presionarla.

En el coche, en el regreso a su departamento, no volví sobre el tema. Me aboqué a “arrancarle” la continuidad de nuestros encuentros. El tercero quedó convenido a la misma hora, lugar  y día de la semana siguiente.

Se despidió, como siempre a 200 metros de su edificio con un “Cuídate”  y un beso en mi mejilla, pero, esta vez, muy cerca de mis labios.

Nuestra tercera reunión sigilosa resultó ser decisiva. Flavia me avisó, vía celular, que saldría del colegio dos horas antes –por un problema gremial –

-Se va a hacer demasiado larga la espera hasta la hora que vos vengas al bar….- tal vez iba a proponer dejar para otro día el encuentro. Yo en cambio vi la oportunidad – más tiempo más chances – además podía reprogramar las actividades profesionales de esa tarde, para otra ocasión:
-Tranquila, dame 15 a 20 minutos y estoy con vos – le repliqué.

En menos tiempo que el estipulado le avisé que la estaba esperando donde ella me había indicado, a unos 400 metros de la salida del colegio. Al subir al auto, me saludó, con un beso, en la mejilla mitad rozando mi boca, sonrisa de oreja a oreja y un “qué sueeerte, Javi, que pudiste venir antes”.

Una sensual voluta de fragancia agredió mi nariz. El aroma, muy agradable, de su piel, exaltado por un delicado perfume me produjo una sensación lánguida y osada, imposible de describir con palabras.

-Tenía las ganas locas de volver a verte  … Bombonita.

Le tomé la cara entre mis manos y rocé mis labios con los suyos: un beso breve, fugaz.
-¡Qué haces Javierrrr!- fue su pseudo-protesta.

Mi respuesta fue indirecta: en lugar de lo “embalado” que me tenía y de mis ganas de tenerla en la cama, le propuse:

-Aprovechemos que la tarde es joven, el día hermoso y que el solecito acaricia ¿Damos un paseo a un lugar tranquilo, afuera?
-¿Afuera, adonde?
-Por la autopista, está tranquila a esta altura de la tarde ¿te parece?

Su aceptación fue casi explicita:
-Bueno, dale … pero yo voy por la quietud y el atardecer divino, lejos de la jungla de cemento.

Es inteligente, tampoco era necesario empeñarse a fondo para darse cuenta por qué yo buscaba un lugar apartado.

-Yo voy por lo que vos estás pensando. Le susurré intencionado. No hubo réplica, o sea iba con ánimo propenso a algo más que solo conversar al aire libre.

Tomé la autopista con destino a los bosques aledaños al aeropuerto de Ezeiza. El tránsito aún era fluido – fuera de hora pico – hablamos de vaguedades.

Una vez estacionados a la sombra y resguardo de los árboles no fue preciso que embistiese con mucho ímpetu ni ardimiento. Tras escasa resistencia inicial, se mostró dócil a los besos, a las caricias, a dejarme descubrir partes escondidas, a explorar su intimidad. En el punto culminante, en los besos participaron las lenguas y las caricias osadas devinieron en manoseo recíproco e indecente.

Había sólo dos espacios posibles para el epílogo inevitable: el asiento posterior del automóvil o un hotel para parejas. Descartamos la primera, puesto que coger en el auto es cosa de pibes y, por añadidura, expuesta a miradas de terceros. Nos fuimos a un motel cercano, sobre el Camino de Cintura.

No voy a relatar aquí, minuciosa y circunstanciadamente lo que ocurrió en el cuarto. Lo que sobrevino en el curso de las dos horas del turno, estoy seguro que con mínimas variantes, es lo que le sucede a toda pareja con afinidad, necesitada de sexo y con extrema calentura.

La charla post-polvo fue con gran profusión de elogios mutuos:
-¡Qué divino me hiciste el amor, Javierrr!!…..¡experimente placer y emociones como nunca!!…..¡gocé como hace muuuucho no gozaba!!
-¿Y yo?…. sos hermosa y, como presentí y te dije, apasionada, fogosa, pero ni en sueños imaginé que existía la excitación y el deleite que me diste, ni el volcán que escondes entre las piernas!!

Vueltos en sí del embeleso, del arrebato de los sentidos y del desgaste físico, nos higienizamos por separado. De regreso a la cama nos entregamos a una segunda vuelta, deliciosa.

Volvió a primer plano la realidad: que ella es hermana de mi esposa, que nunca le había faltado a su esposo y ahora lo había “cagado” con el marido de su hermana.

Se auto imputó, por partida doble, de una acción ilícita y deliberada. No debía repetirse, proclamó.

Pero la semana siguiente repetimos el desaguisado, el remolino de pasiones, con variantes superadoras con respecto al primero,  en el mismo bosque y en el mismo motel.

Quedó sepultado todo ánimo o intención de no seguir nuestra relación amorosa.

Cambiamos de escenarios y días. Lo que no merma es el goce, el disfrute espiritual y físico, la diversión y el entretenimiento.

Con distintas palabras para adular, envanecer al otro y exaltar, ensalzar el placer compartido, ambos coincidimos en “que es perfecto, primoroso y exquisito coger con vos”.

¿En el mientras tanto Viviana? Como antes del día lluvioso del primer encuentro con Flavia. Compartimos la rutina, las alegrías y los bajones del día a día, conserva todo mi cariño, cuando ella lo demanda tenemos sexo: tranquilo, vivaz o ardiente según el ánimo de ella para la comunión de la carne.

¿Y Luis con Flavia? Por lo que me cuenta ella, también siguen como antes de nuestras relaciones furtivas. Viven en armonía, afecto y cariño. Raleado el sexo, a veces opaco pero, con destellos, chispazos o ráfagas de pasión, en otras.

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8 Comments

  1. says: Luis

    Interesante el relato…
    Yo tengo una cuñada a la que me encantaría poder meterla a la cama… es tan sexy y cada vez que la veo, se me meten cosas en la cabeza…

  2. says: a-b28

    jajajjaja me gusto el titulo cuñados con regimen de asistencia mutua jajaja buen titulo,me gustó como escribes deberias escribir novelas pasionales jeje, que mal que no tengan una vida sexual cada uno por su lado con sus respectivas parejas al extremo de haber caido en ese juego que seguro es adictivo y placentero para quien no? e inseguro a la vez te imaginas si se llegase a destapar su idilio? , como dicen las relacionas prohibidas son mas placenteras que las permitidas¡ y mas si se entienden a nivel sexual atendiendo su carencias, realmente si tienen el valor para ser infieles a sus parejas tu a tu esposa con su hermana y tu cuñada a su esposo con su concuño ( esposo de su hermana) osea Tú deberian tener el valor para divorciarce y estar libremente aunque es un poco imposible y aceptable en la relaidad que uno mujer se este tirando al esposo de su hermana. me gustó tu historia realmente cada cabeza en su mundo en parte entiendo tu situción y la de tu compañera de asistencia mutua

  3. says: Engendro

    Me pasa lo mismo con mi esposa, hace cerca de 10 años. No puedo separarme por cuestiones económicas y he luchado a brazo partido porque cambie su situación, ya que, el amor existe de verdad. Lo hemos charlado muchas veces pero no hace nada al respecto y ella no tiene hermana (!). Me estoy volviendo loco, además de tener una depre gigantesca por la edad (55). El relato es muy interesante pero, ¿será cierto? Tengo cuñadas pero ni se me cruza por la cabeza algo por el estilo. No es por moral ni nada por el estilo, pero las veo como las hermanas que no tuve.

    1. says: malu

      Engendro, te puedo asegurar que estas cosas suceden, y no las imaginamos o no se nos ocurren jamás, y de hecho las juzgamos, hasta que nos toca de cerca o nos sucede en carne propia… Y es algo que uno no busca, sencillamente sucede, y pueden pasar dos cosas cuando de amor verdadero se trata,
      Una, que el miedo te invada tanto o más que el sentimiento y por lo tanto de alguna forma te retires de la relación o la mantengan oculta meses, años o tal vez toda la vida, claro si no t descubren antes,
      Y dos, que luches con uñas y dientes por lo que sabes es lo que mas quieres, aun sabiendo q con esta decisión perderás tu entorno familiar, de amistades, etc… Pero definitivamente no podemos agradar a todos con nuestros actos, aquí estamos siendo “egoístas” y queremos q el tiempo q nos quede de vida sea el mas maravilloso para nuestros cuerpos, mentes y almas….

  4. says: malu

    Simplemente fascinante a la vez q difícil, inaceptado socialmente, etc… Y lo digo con conocimiento de causa, si efectivamente y tan real como la vida misma, mantengo una relación maravillosa al mismo tiempo que tormentosa por las circunstancias implícitas con mi cuñado… Nosotros ya hemos dado un paso más y cada uno nos hemos separado de nuestros espos@s, para tratar de ser coherentes con nuestros sentimientos y así ser sinceros con nosotros mismo y con los demás y vivir como y con quien amamos… Vida solo hay una y ya hemos vivido más de la mitad…
    Me gustaría conocer a personas que están viviendo una situación similar para poder charlar

  5. says: Edu

    Cuando leo lo de Engendro, parece que me estoy mirando en el mismo espejo. Es muy difícil sobrellevar la vida así, porque ante el egoísmo y la poca entrega del otro, la depresión es fenomenal. Por otra parte, felicito de todo corazón a Malu. Y volviendo a mi vida, tuve la oportunidad de rehacer mi vida con otra mujer que sí me valoraba, pero la dejé pasar por los pibes. Estoy arrepentido y frustrado hasta las lágrimas.

  6. says: Mc87

    Que envidia, yo tengo una cuñada que tambien esta linda yme encantaría llevarla a la cama… Le tengo unas grandes ganas, pero no creo que eso pase… Aunque no pierdo las esperanzas de poder tener uno o mas encuentros y hacerla mía y cumplir una de mis mas grandes fantasías

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